Por Alexis Mendoza
Ella intercede entre mi y su pudor, se me ofrece, me trata de convencer de que he sido el único hombre al que ha amado y el que merece todo su ser... Así las cosas me creo con el derecho de poseerla, pero no arriesgo la partida, emulo ser su Ginecólogo y la examino, ella sabe que odio las sorpresas, pero allí me encuentro con que es una virgen tan casta y pura que el rubor se le siente desde las nalgas hasta las mejillas,y entonces trata de excusar su fría disposición. He pensado mientras fumo que existen extremos, que hay chicas fáciles y otras que por miedo, confusión o algún complejo elemental, renuncian al elemental ejercicio de su sexualidad.
- No, linda no seré yo el primero, ni el último solo será cuestión de tiempo...
Y luego de un tiempo el destino nos hizo encontrarnos de nuevo y esta vez ella era distinta, pero afortunadamente yo también.