Por Alexis Mendoza
El péndulo oscila pero la chica cae, y en su desaforada marcha se golpea, los chicos ríen pero yo soy afortunado al asistir de inmediato y ayudarla a incorporarse a esa vergüenza de volver a la realidad, en lugar de quedarse en el suelo. Pero las cosas son como son, la efervescencia a pasado, el hecho se ha olvidado, pero ella llora su desafortunado exceso, y yo le perdono, trato de acomodar mis ojos a los de ella, pero ella no quiere verme, le invito a un helado y voluntariamente vuelco mi helado y lo derramo en mi camisa, ella sonríe, le atrapo por fin una mirada y una mano, esta helada. Luego le confieso que me gusta y que mientras ella se balanceaba en el columpio yo espiaba lo que había bajo su falda, se encendieron sus mejillas y quiso olvidar que yo era un héroe, soltó mi mano y abandonó su puesto... Así son las cosas con la verdad no se logra nada, quizá por eso sigo insistiendo en decir mentiras.