Por Alexis Mendoza
En el colegio estábamos aburridos de vernos a diario las caras, a un paso de la locura cuando meneo su falda la tenaz señorita de intercambio colegial llamada Luzdy, y comenzó la revolución a darse, ella le enseño a las amateurs a pintarse el cabello las uñas y la cara, les insinuó a las doncellas sobre lo prohibido del sexo sin casarse y de la masturbación... Pero gracias a ella las más célibes dieron el salto y se sacudieron el himen, usaban en sus vaginitas una espumita para evitar el embarazo precoz y se iban a duchar en seguida. Pero Luzdy no contenta con su séquito de aprendices a los hombres nos enseño a bailar, a mover las caderas y de paso cómo masturbarnos para luego aguantar más el acto de dos... Claro que como en toda guerra hay su traidor o traidora y la pobre Luzdy fue a explicarle su método al Rector del que nos trajo como baluarte uno de sus cigarros robado de su escaparate... La expulsaron de todos modos y cuando iba saliendo iba fumándose el cigarro y diciendo a grandes voces: viva la libertad! abajo los profesores!
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