Por César Vélez
En algún lugar hay un padre sin saber qué hacen sus hijas.
El postre viene después, antes le robo un beso de sus dulces labios y le pido clemencia con su servidor que no tiene la intención de esa velada ir más allá, sabrá acaso el Policía de la puerta que ella es una menor de edad, aunque aparenta ser mayor ríe divertida y no se jacta de bailar, exhibe su mejor pose en la foto, aunque su comportamiento está a punto de traicionar su pretensión de pasar desapercibida. No es justo, a las niñas los padres deberían educar con sofismas morales acordes a la realidad, no pueden decirles las mentiras de siempre: de que vienen de los repollos. La divertida jovencita esta ebria y se pasea por entre las mesas enviando besos volados a los caballeros, hasta que tropieza y se va directo al suelo, a su rescate acudo y pido disculpas a la concurrencia, más cuando acabo de ver al padre de la menor asomarse a la puerta y conversar con el vigía... acabo por convencerme que la inmadurez es asunto de todos... arropo a la chiquilla mientras sus padres reciben un mensaje de ella diciendo que se va aquedar donde su mejor amiga... el teléfono no deja de sonar.
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