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miércoles, 3 de julio de 2019

La quemadora

CHARLIE

Todos dicen creer en el amor pero nadie sabe lo qué es.

Cuando a mi tío la enfermedad le consumió el cuerpo y de su alma supimos apenas quedaba un reflejo, le hicimos un regalo sabiendo que quizá no alcanzaría a estar para su próximo cumpleaños, con César fuimos recorriendo la comarca en la búsqueda de la mujer más espectacular, la hallamos, pero no nos acepto los billetes que le alargamos, buscamos por el séquito imperial de nuestro señor faraón pero las que no estaban gordas estaban preñadas, y creo no hay paradoja más practica que una puta preñada. Hasta que alguien nos dijo "busquen a la quemadora" y ante tal nombre nos imaginamos a una señora de amplias caderas como experiencia ¡nada! pues resulto ser una chiquilla que no le mataba ni el SIDA, ni enfermedad conocida, estaba en los huesos por cuestión de las drogas y ella misma nos mostró las cicatrices de puñaladas e inclusive la cicatriz natural que toda mujer tiene pero ella por efecto de algunos embarazos con cesárea ¿dónde estaban pues sus hijos? no lo dijo, las curvas que apenas le quedaban las vendía a precio de ganga para comprarse el polvito para maquillarse por dentro la nariz. Debió ser una reina, en sus hundidos ojos calaros se adivinaba el asomo de una mente magistral, le pasamos el montón de billetes para que pase una noche con mi tío que le advertimos es un ser de la otra vida. La chica fue hizo su trabajo y a la mañana siguiente se presentó desilusionada, Luego de que mi tío murió nos encontramos por la calla a la "quemadora" y no perdimos oportunidad para preguntarle por lo que esa noche hizo. Nos contó que había hecho alarde de sus artes de fémina cálida, y frugal, ni el baile erótico, ni la desnudez habían funcionado, mi tío miraba y parpadeaba deseando el suplicio se detuviera, las otras noches que había pasado con mujeres de ese calibre y esa posibilidad a las que no perdono y mando al éxtasis y que en ese momento podrían bien estarlo extrañando, tampoco se sabe de los hijos que dejó por allí y menos quién le contagio la muerte por contacto sexual. Invitamos a la "quemadora" a caldo de pollo y a su dosis y nos pago con una baile erótico que nos alivió la pena del duelo y de paso nos puso a pensar si en la vida algo vale la pena.      

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